Había una vez una pequeña hormiga llamada Anita, que vivía en el bosque junto a sus amigas las abejas y las mariposas. Anita era una hormiga muy trabajadora y siempre estaba ocupada buscando comida para llevar a su colonia.
Un día, mientras Anita caminaba por el bosque, se encontró con una deliciosa manzana roja. Anita sabía que su colonia estaría muy contenta si encontraba algo de comida, así que decidió llevar la manzana de vuelta a casa.
Pero mientras Anita cargaba la manzana, se dio cuenta de que era demasiado grande y pesada para llevar sola. Así que decidió pedir ayuda a sus amigos.
Primero fue a ver a las abejas, pero estaban muy ocupadas recolectando miel y no podían ayudarla. Luego fue a ver a las mariposas, pero estaban demasiado ocupadas revoloteando por el aire.
Anita estaba empezando a sentirse desanimada, pero entonces vio a un pequeño escarabajo que pasaba por allí. Anita se acercó al escarabajo y le preguntó si podía ayudarla a llevar la manzana.
El escarabajo, que era muy amable, aceptó ayudar a Anita. Juntos cargaron la manzana y comenzaron a caminar hacia la colonia de hormigas.
En el camino, se encontraron con un río que era demasiado ancho para cruzar. Anita y el escarabajo intentaron saltar, pero no pudieron llegar al otro lado.
De repente, apareció un sapo. Anita le preguntó si sabía cómo cruzar el río, y el sapo le mostró un tronco que estaba flotando en el agua. El sapo se ofreció a llevarlos en su espalda hasta el otro lado del río.
Finalmente, Anita, el escarabajo y el sapo llegaron a la colonia de hormigas, donde los demás miembros de la colonia estaban muy contentos de verlos. Todos compartieron la manzana y se dieron cuenta de que, a veces, es mejor trabajar juntos y pedir ayuda cuando se necesita.
Desde ese día, Anita siempre recordó que, aunque era una hormiga pequeña, podía hacer cosas grandes si trabajaba en equipo con sus amigos
¡Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado!
1 comentario en «La hormiga Anita»