Había una vez una hermosa princesa llamada Rebeca que vivía en un reino rodeado de montañas y bosques. Era conocida por su bondad y belleza, y todos los habitantes del reino la adoraban. Un día, un malvado dragón llegó al reino y comenzó a sembrar el terror y la destrucción.
La gente del reino estaba asustada y no sabía qué hacer. La princesa Rebeca, sin embargo, no se dejó intimidar y decidió enfrentarse al dragón para proteger a su pueblo. Se armó con su valentía y su astucia, y partió hacia la montaña donde se decía que vivía el dragón.
Al llegar a la cima, la princesa encontró al dragón dormido y, con sigilo, se acercó a él para cortarle la cola. Sin embargo, el dragón despertó y la atacó. La princesa luchó con valentía, pero el dragón era muy poderoso y la derribó.
En ese momento, un joven príncipe llamado Arturo que estaba de viaje por la montaña, vio la lucha y decidió ayudar a la princesa. Juntos, lucharon contra el dragón y, con su habilidad y valentía, lograron derrotarlo y salvar al reino.
Después de la batalla, la princesa y el príncipe se hicieron amigos y comenzaron a pasar tiempo juntos. Descubrieron que tenían muchas cosas en común y que eran muy felices. Poco a poco, se dieron cuenta de que se habían enamorado el uno del otro.
La princesa y el príncipe se casaron con todos los honores y regresaron al reino para gobernar juntos. Todos los habitantes los recibieron con alegría y orgullo, y la princesa y el príncipe reinaron con justicia y sabiduría por muchos años.
La princesa Rebeca y el príncipe Arturo fueron recordados como los héroes que salvaron al reino de la amenaza del dragón y como el rey y la reina que gobernaron con amor y sabiduría. Y así, la historia de la princesa, el príncipe, la aventura y el dragón se convirtió en un cuento que se contaba de generación en generación, recordando la valentía, el amor y la justicia.
¡Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado!
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