Había una vez en el bosque un erizo llamado Rizo. Era un erizo pequeño y peludo, pero muy curioso y aventurero. Siempre estaba buscando nuevas aventuras y descubriendo cosas nuevas en el bosque. Pero Rizo tenía un problema, su pelaje estaba siempre desordenado y lleno de nudos. Esto lo hacía sentir incómodo y poco atractivo.
Un día, Rizo se encontró con un grupo de animales que se burlaban de él por su apariencia. Rizo se sintió triste y solo. Decidió ir a la cascada del bosque, donde sabía que había un estanque de agua clara y fresca.
Cuando llegó a la cascada, se encontró con un castor llamado Benito. Benito era muy sabio y amable, y Rizo sabía que podía contarle sus problemas. Rizo le explicó a Benito cómo se sentía y cómo no le gustaba su pelaje. Benito escuchó atentamente y le dijo a Rizo que tenía la solución perfecta.
Benito le contó a Rizo sobre un árbol especial en el bosque, donde las hojas eran suaves y sedosas, y perfectas para desenredar el pelaje. Rizo estaba emocionado y agradecido por la ayuda de Benito. Se dirigió al árbol especial, pero se encontró con un problema. El árbol estaba en la otra parte del bosque, y Rizo no sabía cómo llegar allí.
Fue entonces cuando apareció una mariposa llamada Lila. Lila era muy amable y siempre estaba dispuesta a ayudar a otros. Rizo le explicó su problema, y Lila le ofreció llevarlo al árbol especial. Rizo estaba emocionado y agradecido por la ayuda de Lila.
Cuando llegaron al árbol especial, Rizo estaba impresionado por lo hermoso que era. Las hojas eran suaves y sedosas, y perfectas para desenredar su pelaje. Rizo se sentó debajo del árbol, y comenzó a desenredarse las puas.
Desde ese día, Rizo se convirtió en el erizo mas apuesto del bosque y aunque su corazón bondadoso seguía siendo el mismo de siempre ahora se sentía mucho mas feliz con su aspecto.
¡Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado!