Había una vez un oso que vivía en un bosque cerca de un río. El oso era muy perezoso y siempre se conformaba con comer frutas y bayas que encontraba en el bosque. Sin embargo, había una cosa que el oso deseaba probar desde hacía mucho tiempo: el delicioso salmón del río.
Un día, el oso decidió que ya era hora de probar el salmón. Se dirigió al río y comenzó a buscar el camino para atrapar uno. Sin embargo, el oso no sabía nada sobre pescar y no tuvo suerte. Frustrado, se sentó a la orilla del río y se quejó de su mala suerte.
De repente, un pequeño pez se acercó al oso y le preguntó: «¿Por qué estás tan triste, amigo oso? ¿Hay algo que pueda ayudarte?».
El oso le contó su deseo de probar el salmón y su fracaso en atrapar uno. El pez escuchó atentamente y le dijo: «Mira, amigo oso, puedo enseñarte cómo atrapar un salmón, pero primero debes prometerme que lo harás de forma ética y sostenible, no vaciando el rio de salmones para comerlos todos. El río es el hogar de muchos seres vivos, incluyendo al salmón, debemos tener cuidado de no alterar su ecosistema.»
El oso prometió cuidar el río y el pez le enseñó cómo atrapar un salmón de forma ética. El oso siguió las instrucciones del pez y pronto logró atrapar un salmón. Al probarlo, descubrió que era tan delicioso como había imaginado.
A partir de ese día, el oso se convirtió en un gran pescador y siempre recordaba la lección del pez sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. La fábula del oso y el salmón se convirtió en un recordatorio para todos los habitantes del bosque de la importancia de actuar de forma ética y sostenible en su vida diaria.