Había una vez un niño llamado Tomás, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de bosques. Tomás era un gran amante de los libros y pasaba horas leyendo en su habitación. Una noche, mientras leía un cuento sobre un valiente zorro, escuchó un ruido en su ventana. Al acercarse a investigar, se encontró con un pequeño zorro mirándolo fijamente.
Tomás se sorprendió, pero no tuvo miedo. El zorro parecía estar buscando ayuda, así que Tomás abrió la ventana y lo dejó entrar en su habitación. El zorro le contó que su familia había sido atrapada por un cazador y necesitaba su ayuda para rescatarlos. Tomás, emocionado por la idea de tener su propia aventura, aceptó ayudarlo.
Juntos, Tomás y el zorro se adentraron en los bosques. El zorro conocía el camino y Tomás seguía con entusiasmo. Durante el camino, el zorro le enseño a Tomás como detectar trampas y señales de peligro. Tomás, a su vez, le contó al zorro sobre sus libros y cuentos favoritos.
Finalmente, llegaron a una cabaña en el medio del bosque, donde el cazador tenía a la familia del zorro atrapada. Tomás y el zorro planearon una estrategia para rescatarlos. Tomás distrajo al cazador con preguntas sobre sus historias de caza mientras el zorro liberaba a su familia.
Una vez libres, la familia del zorro agradeció a Tomás por su ayuda. El zorro le dio a Tomás un collar con una piedra preciosa como recuerdo de su aventura. Tomás se despidió de sus nuevos amigos y regresó a casa con una gran sonrisa en su rostro.
A partir de ese día, Tomás visitaba a su amigo el zorro y su familia en los bosques cada vez que podía. Juntos exploraban el bosque y contaban historias. Tomás aprendió mucho sobre la naturaleza y la amistad gracias a esa aventura con el zorro y nunca olvidaría aquella noche en la que un pequeño zorro llamó a su ventana.
¡Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado!